martes, 1 de mayo de 2012

Mañana en la batalla piensa en mí

Es la cuarta o quinta novela de Javier Marías que leo y puede que la penúltima.
Se trata de novela y, por tanto, ficción porque la historia subyacente es inventada. Sin embargo, su lectura parece más de filosofía o ensayo, con digresiones constantes, citas, zigzagueos argumentales...
Algo debe de tener un escritor si tiene lectores fieles, pero cada vez me extraña menos que ganen los premios y distinciones y pasen a la historia aquellos que tienen un ejército de acólitos y mariachis con influencias en la industria editorial y la prensa.
Quizá me falte autoridad formal para criticar la obra de Javier Marías, pero es que hay me cuesta reconocerle como un buen escritor. Me cae bien y me cuesta escribir esto.
Le conocí, bueno, le saludé y pude reconocer a una persona tímida, culta, educada. Ahora pienso si esa timidez no es otra cosa, que él sabe de verdad cómo escribe...
Concedo las licencias literarias de romper la estructura "normal" de la frase, de forzar la sintaxis, pero hay un uso enorme y terrible de los advervios, sobre todo los terminados en -mente, y de las comas.
Todos los personajes tienen la misma voz, hablan igual y su esquema de pensamientos es idéntico. Como todas sus novelas están escritas en primera persona no puedo evitar leer a Javier Marías en cada narrador, en cada protagonista y casi en cada personaje.
El lenguaje es pedante. A mí me gusta que se empleen las palabras adecuadas, no rehuyo los términos cultos, me encanta la precisión de Miguel Delibes. Me gustan los libros que me enriquecen, me hacen pensar, me ofrecen distintos puntos de vista, como lo hace Javier Marías. Sin embargo, en las novelas de Marías el lenguaje es artificial, forzado, como si cogiera cada palabra y la sustituyera por un sinónimo, el más raro que encuentre. Incluso cuando hablan sus personajes. ¿Quién emplea hoy en día la palabra "alcoba" en lugar de "dormitorio"? Puede que Javier Marías en su vida privada.
Se cita a sí mismo de manera continua, de sus reflexiones (puestas en mente de sus personajes) y de sus otras novelas (espaldas del tiempo, negra espalda...). Insufrible. No sé si pretende a base de repetir expresiones e ideas que alguna cale en el habla real de los lectores y pasar a la historia. Pero su pedantería va más allá, inunda al lector con explicaciones etimológicas y sus vastos conocimientos de la lengua y cultura inglesa. Quien conozca al autor y su anglofilia no puede evitar reconocerle en los protagonistas. Lo mismo con el cine, su pasión personal proyectada en sus personajes.
Aliteraciones estridentes y repeticiones como "al almirante Almira", "pensé con el pensamiento del encantamiento", "ese tramo del tramo", "que el contestador contestara", "una joven tan joven"... son un ejemplo de lo estridentes y pobres que suenan sus frases al leerse.
Pasajes que no pintan nada en la novela, como la escena del rey (que me da la impresión de que pretende ser humorística y no es ni simpática) o la de las carreras en la hípica. De hecho, en sus novelas apenas pasa nada, son todo divagaciones.
Me gustó mucho "Todas las almas" y se acabó. Después "Travesía del horizonte". "Negra espalda del tiempo". He releído la misma novela una y otra vez, todas son la misma. En "Mañana en la batalla piensa en mí" hay una buena historia, que se pierde en el marasmo de verborrea espesa de la narración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario