sábado, 3 de enero de 2015

Amistad de juventud, de Alice Munro

El género del relato es uno de los que creo que no se lee mucho en este país donde no se lee mucho de casi nada. A mí me encanta leer los cuentos de Borges, de Cortázar, de Poe, de Kafka, de Monterroso, de Benedetti, de Iwasaki, de Maupassant o de Carver. Por eso, de vez en cuando, acudo a historias breves (que se puedan leer de un tirón, como decía Allan Poe), por su mayor precisión lingüística, por su redondez, por su intensidad.

Ya he mencionado alguna vez que los premios grandes, por ampulosidad o por el montante económico, no me inspiran confianza y que una escritora gane el Nobel no me garantiza su calidad literaria. Alguno me achacará resentimiento porque Miguel Delibes no tuviera el Nobel y sí Cela o Echegaray, pero no. Carezco de malos sentimientos porque no me puedo permitir el lujo de perder el tiempo y la salud con emociones negativas. Es que he leído obras de autores premiados que me parecen premiosos, por no entrar en mayores detalles.

Sé que voy contra corriente en la opinión que voy a plasmar, pero es lo que siento. Ya sabes que no soy políticamente correcto.

El primer relato, Amistad de juventud, es un rollo. No cumple las características o normas de lo que tiene que ser un cuento. El final del relato parece un recorte de la wikipedia, hay párrafos enteros prescindibles para la historia, no hay un cambio en el desenlace con respecto al planteamiento... En fin, para la papelera.

El segundo, Five Points, otro tostón plano. Una infidelidad, historias entrelazadas, sin tensión ni ritmo. Es confuso.

El tercero, Meneseteung, trataba de una poetisa o alguien. No consiguió mantener mi atención.

Cuarto, Agárrame fuerte, no me sueltes, (soy masoquista, ya lo ves, sigo leyendo)...

La mitad última de los relatos es todavía más floja.

No te resumo más relatos. En todos la mujer aparece como infeliz, frustrada. En casi todos hay un hombre, bien de forma latente bien presente, aunque sea con carácter de secundario, en la historia. Además, es el culpable de la insatisfacción de la mujer. No critico esto, que es libre el autor y el narrador de tomar el punto de vista y la opinión que prefiera, sólo constato un leitmotiv entre los distintos relatos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario