domingo, 14 de junio de 2015

El hombre del baobab, de David Cantero


A punto he estado de ni siquiera realizar esta reseña. 

De lo peor que (no) he leído en mucho tiempo. Me propuse leerla por continuar con lecturas ambientadas en África, pero de este continente hay poco y la historia es tediosa hasta el hartazgo, deprimente, sin consistencia. Otro ejemplo más de un libro publicado, puede que escrito, por un famosillo. Que le aprovechen los derechos de autor de mi compra, que a mí se me atragantan.

Luis Vaissé quiere suicidarse y, antes, se lleva a su padre enfermo terminal a un viaje a África para, al parecer, descubrir algo en su interior... en fin, nada.

A Luis da ganas de darle una colleja de vez en cuando, con sus tópicos y su tono lastimero. Da la sensación de que se merece lo que le ha pasado en la vida. Su padre puede ser un enfermo terminal de cáncer, lo que no significa senil, aunque así lo retrata.

El autor mezcla un lenguaje pedante con otro zafio y soez, en ocasiones en la misma frase, combinando tálamo con polla. Introduce citas y versos de autores para dar algo de fuste a las páginas, para vestir de cultura algo que adolece de calidad y sin venir a cuento. El protagonista se refiere a su madre como "hembra", algo de lo más inverosímil, como todo el tono de la novela. David Cantero cuenta, pero no muestra. Cambia el ritmo, ya de por sí inexistente, con tonos que da la impresión de haberse escrito la novela a trompicones, en días sueltos, en distintos años. Adolece de falta de homogeneidad.

Incluso me ha parecido detectar alguna contradicción en lo que cuenta, pero no tengo ganas de rebuscar para localizarlas.

Un ejemplo de incoherencia es cuando alquila a un taxista en el hotel y le paga extra para que sea un chófer exclusivo para todo el día. Se dirigen a Brazza y reserva habitación para tres días. ¿Y el taxista? Allí va a la casa del padre de su "mujer" africana, a la que abandonó de repente con un hijo, y éste le recibe con abrazos como a un hijo pródigo. Lo normal, así reciben los "suegros" a los que abandonan a sus hijas. Al menos en África.

No llega a ser ni literatura hamburguesa.

A quien lo quiera se lo regalo.

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