jueves, 16 de julio de 2015

Hombres buenos, de Arturo Pérez-Reverte


Casi me he reconciliado con el novelista. He apreciado mayor calidad en su escritura y, aunque en muchas páginas aburre con su demostración de todo lo que ha investigado y sabe, además de con  pesadas descripciones y reiteraciones, la historia está entretenida y es original.

Desde el mismo planteamiento, en que mezcla la ficción y una pseudo-ficción, es original. Alterna capítulos en que narra las peripecias de dos académicos de la Real Academia Española de la Lengua  (descritos un poco como Quijote y Sancho) en busca de la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert a finales del s. XVIII con una descripción de sus pesquisas para documentarse y construir la novela (descripción igual de ficticia, afirma en alguna entrevista. Al menos de parte de ella. Será verdad o no).

Los dos académicos aceptan el encargo de sus compañeros y se dirigen a París a por los veintisiete volúmenes, ignorantes de que dos de esos compañeros han contratado a un bribón para impedir el éxito de la misión. Atraviesan en coche de caballos España y Francia y conocen a varios personajes de la Historia de la Revolución Francesa. 

Los personajes son los típicos de Reverte, el malo con principios, el marino cartesiano y valiente (el mismo que aparece en otras novelas suyas), la mujer sabia, etc.

No he podido evitar reconocer personajes de la actualidad en el libro. Rajoy, Podemos... Los compañeros que intentan boicotear la misión, dos radicales (uno progresista y otro conservador, pero con un mismo fin), igual que políticos de hoy que les unen los extremos con tal de dañar al país. 

También el paralelismo del teatro de entonces y la televisión de ahora, vulgarizada y mediocre.

También retrata los males de España, condena atávica que me hace pensar que no tenemos remedio ni lo tendremos jamás, pese a haber grandes hombres y ser una tierra maravillosa. La envidia, la incultura, el cainismo y los gobernantes nos lo impedirán. Somos autodestructivos, como las enfermedades autoinmunes. Francia se higienizó con la guillotina, otros países con la Reforma, aquí evolucionamos a paso de caracol. Todo son zancadillas a los "hombres buenos", no dejamos crecer al prójimo.

Me ha gustado la novela, no como las primeras suyas, pero casi como la del Tango de la Guardia Vieja.

Algunas citas:

"para hacer a los pueblos felices era preciso ilustrarlos..."

"Acabó faltando lo que hubo en Francia: una revolución que trastocara el viejo orden..."

"críticos con la barbarie del vulgo mentecato: del público mal acostumbrado a los disparates que  inundan los teatros con sainetes zafios de verduleras y mano"

"Los españoles seguimos siendo los primero enemigos de nosotros mismos. Empeñados en apagar la luces allí donde las vemos brillar"

"lo poco de dentro lo convertimos en arma arrojadiza, de discordia: tal autor es extremeño, aquél es andaluz, éste valenciano... Nos falta mucho para ser nación civilizada con espíritu de unidad, como las otras que con justo motivo nos hacen sombra..."

"Sólo un Estado organizado y fuerte, protector de sus artistas, pensadores y científicos, es capaz de proveer el progreso material y moral de una nación... Y ése no es nuestro caso"

"El teatro es una herramienta educativa de primer orden"... o podría serlo la TV.

"No son los tiranos los que hacen esclavos. Son los esclavos los que hacen a los tiranos"

"Todo lo vivido aprovecha, de una u otra forma. Excepto para los fanáticos y los imbéciles"

Esta última cita es como mi leitmotiv: <Una experiencia más>

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