martes, 15 de septiembre de 2015

Cementerio de animales, de Stephen King


Un médico de Chicago, Louis Creed, se muda con toda su familia a una granja en Maine. Allí hay un cementerio de mascotas y otro de una tribu india, micmac. Su hija Elli adora al gato de la familia, Church, que muere atropellado. Pero, después de enterrarlo, Church vuelve... y no es el mismo. Meses más tarde es su hijo pequeño el que muere, atropellado por un camión de la Orinco. La tentación de desenterrarlo de su tumba y volverlo a enterrar en el cementerio micmac, más allá del cementerio de animales, parece irresistible. Más allá de lo racional, de los sueños premonitorios, de las pesadillas... el dolor de una familia destrozada por la pérdida del pequeño...

Casi la primera mitad del libro se me hizo lenta, casi tediosa, hasta el punto de plantearme dejar la lectura y ver la película. Luego mejora, aunque no he sentido el miedo que me han producido otras novelas de Stephen King.

Lo que es incuestionable es el estilo magistral que tiene a la hora de escribir. Esa forma tan americana, de un realismo plástico, con infinidad de detalles y nombres propios que van configurando en nuestra mente una imagen tangible de las escenas y logrando así la verosimilitud de la historia. Si añadimos que el cine y la televisión han completado nuestra "cultura americana" hasta casi hacerla parte de nosotros mismos, resulta muy efectiva la forma de escribir de los novelistas estadounidenses: Grisham, King, Pynchon, Auster... pero también Carver, Nabokov, Wolfe, Delillo...

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