domingo, 29 de noviembre de 2015

Una familia feliz, de David Safier


Va a resultar que me entretiene este escritor. Sus libros no los incluiría en un canon ni en la bibliografía de un curso de Historia de la Literatura, pero su aparente sencillez no está exenta de trabajo. De hecho, como todos: las narraciones más sencillas son las más trabajadas y trabajosas.

En "Una familia feliz" se cuenta la historia de una típica familia, los van Kieren, en la que el padre (Frank) trabaja demasiado, no hay chispa en el matrimonio, la madre (Emma) regenta una librería ruinosa, la hija (Ada) adolescente es... adolescente y el hijo menor (Max) sufre bulling por ser un empollón. No hay felicidad familiar. Hasta que una mendiga-bruja les maldice y les convierte en monstruos (Frankenstein, vampiresa, momia y hombre lobo, respectivamente). Entonces, en la adversidad, es cuando va apareciendo el sentimiento de familia. Se embarcan en una furgoneta, junto a la chica que le gusta y maltrata al hijo y una compañera hippy de la madre, hacia Transilvania en busca de la bruja para deshacer el hechizo. 

Lo que es una pena es como decae la historia. Abusa de las referencias a películas (incluso utiliza efectos especiales e imágenes de ellas; no sólo en esta novela) y, a menudo, emplea soluciones infantiles, sin consistencia, como improvisadas. Es literatura hamburguesa y, además, baja en calorías.

David Safier no busca el rigor documental. En "Yo, mi, me... contigo" lo avisa expresamente. Aceptamos sus reglas del juego y leemos relajados unas historias delirantes, divertidas, originales y frescas. Desde "Maldito karma" ya he leído varios y me desintoxican de otras lecturas más pretenciosas y de libros y autores premiosos (que no premiados... o también).

Safier utiliza a la mujer como protagonista, salvo en ésta, en que los narradores son, de manera alternativa, los protagonistas de la novela. También constato sus dotes de observación. Los diálogos son realistas, los adolescentes están muy bien retratados, los guiños a personajes reales también están a la orden del día, así como pequeñas críticas a nuestra sociedad.

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