martes, 26 de abril de 2016

Un pequeño inconveniente, de Mark Haddon


Es curioso cómo, pese a tratar temas dramáticos, subyace un punto de humor que le quita gravedad a la novela. No sabría decir si se trata de humor inglés o mera sutilidad del autor. A pesar de lo que creen muchos que se acercan a la novela no se trata de un libro de humor ni divertido, aunque sí algo disparatado.

Pese a su elevado número de páginas, se lee con fluidez. El lenguaje es sencillo, que no ramplón, y alterna los puntos de vista de los distintos personajes sin despegarse de ellos aun siendo un narrador omnisciente.

George Hall descubre, recién jubilado, que su mujer Jean le engaña con un excompañero del trabajo. Se descubre un eczema y se cree que tiene cáncer. La escena del "pequeño inconveniente" me resulta dura de leer. O, más bien, de imaginar. ¡Vaya crudeza! La mujer duda entre el hombre que le hacer chiribitas y su marido. Su única meta es organizar la boda de su hija con el nuevo hombre con el que vive. Pero los hijos tampoco les facilitan las cosas.

Su hijo Jamie es homosexual e inseguro y no quiere perder su independencia pese a tener pareja, Tony. La hija, Katie, tiene toda la seguridad que le falta a su hermano, pero a veces se pasa de frenada. Se rehizo de su separación con Graham junto a Ray, al que su familia no acepta. Tiene un hijo, Jacob. Es pequeño, pero por su comportamiento me recuerda a los que sufren el síndrome de Asperger.

Mi opinión personal es que no se trata de tragedias épicas sino de dramas familiares y cotidianos. Sin trascendencia mundial, pero importantísimos para sus protagonistas. Sin embargo, no son esos dramas los que convierten la vida de los personajes en algo doloroso, sino la falta de comunicación entre ellos. Desde su infancia no hay comunicación profunda, reprimen sus sentimientos, ocultan sus pensamientos. Así, un caudaloso río de silencio discurre entre ellos impidiendo exteriorizarse el afecto que se tienen.

Son personajes imperfectos, donde querer o amar no siempre es algo evidente como en las películas, tienen sus dudas, sus inseguridades. De hecho, el personaje al que desprecian, Ray, es el más normal de todos. Casi el único.

La escena de la boda sí es típicamente inglesa, con su caos y humor y despropósitos. Tras ella todo vuelve a su cauce de "normalidad".

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