jueves, 23 de junio de 2016

Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé



Hay un aire nostálgico imprimiendo su pátina sobre cada página. Se percibe una memoria compartida por más de una generación en el ambiente vintage de la historia. Hasta su narración ha quedado algo obsoleta para los tiempos actuales que exigen más ritmo, más acción, más intriga, más tensión... Sin embargo, se lee bien. Los ojos se deslizan por sus páginas con fluidez. El lector se ve arrastrado por los párrafos aun cuando las digresiones aparecen como su parte principal. De hecho, hay momentos en que satura con sus reflexiones, descripciones líricas, referencias políticas y poéticas (o viceversa).

No me entiendas mal, el libro está muy bien. Los personajes están retratados perfectamente, los ambientes también, el lenguaje... todo. Es un gran libro.

Relata la historia de Manolo Reyes, conocido como Pijoaparte, un chico de barrio de padre desconocido que también es ladrón de motos. Su atractivo es el pasaporte para colarse en los ambientes de la burguesía catalana donde conocerá a Teresa Serrat y vivirá una historia de amor, breve y apasionada. Teresa es una niña bien, universitaria, progre, que vive en San Gervasio y veranea en Blanes. Junto con un compañero abandera las consignas de la lucha de clases, de defensa del proletariado, lee a Sartre y de Beauvoir... Es el típico ejemplo del joven idealista perteneciente a una familia con una buena posición económica que se aburre. Sí, ese hastío juvenil que manifiesta su rebeldía en defender lo opuesto a lo que sus padres representan. 

Esto no es óbice para que su atracción por Pijoaparte sea sincera. Todos esos jóvenes creen lo que defienden, como los hippies de los 70 que, llegados a una cierta edad, retornan al ambiente burgués de su casa, a los empleos de los despachos de sus padres o los negocios de la empresa familiar.

El final de la novela parece dejar las cosas en su sitio. El amor se desvanece, el entorno social de cada uno les arrastra, impidiendo la permeabilidad. Pijoaparte aspiraba a dar un gran salto social, demasiado grande, se le atragantó. Teresa se enamoró del ideal que construyó sobre la imagen de Manolo. Terminó el verano para ambos, de una forma más dramática para uno que para otra.


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